La aridez de la montaña que eternamente me abraza,
recordarte como una capa de tierra sobre la piel.
deseo compartir un largo turquesa
fresco con piedras suaves
cubiertas de musgo resbaloso,
que al sumergirnos
la tierra que me cubre se convierta en arcilla
y que sobre los vellos de tu brazo
reposen gotitas de rocio.
que nuestros cuerpos enroscados
guarden cucharadas de agua
y palabras mal dichas
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